Se llamaba inmaculada aquella puta,
que curaba el sarampión de los reclutas.
Coleccionaba nubes de verano,
velos de tul roídos por gusanos.
Pero quiso quererse enamorar,
como una rubia del montón.
Y que yo la sacara de la calle
de los besos sin amor.
Entre mates y chocolate se escucha cada cosa. Y yo creyendo que cosas como estas solo pasan en las canciones, que ilusa.
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